Comentamos la película “El hombre ilustrado” (Smight, 1969), basada en un relato de Ray Bradbury en la que se especula con un espacio virtual, con una arquitectura programable a través de diversos softwares. Experimentada en el ámbito infantil, nos permite reflexionar sobre la creación de espacios inmersivos con la capacidad de anular la realidad y sustituirla por un espacio enteramente digital. En un contexto epidemiológico como el actual, y todavía latente el debate sobre la movilidad de los niños, nos podemos preguntar sobre la oportunidad, o no, de este tipo de espacios como sustitutivos del espacio público en los que la realidad cotidiana es sustituida por una hiperestimulación de numerosas experiencias.