MICRO-RELATO de Ignacio Grávalos y Patrizia Di Monte para la sección “Casa y persona” del blog Los vacíos urbanos de Clara Nubiola _Se nos pidió un pequeño texto sobre la casa desde lo cotidiano, lo próximo y lo personal. Un recuerdo, un detalle, una reflexión, una manera de entender la casa o de vivirla.
Historia de una casa sin cortinas
Desde el principio nos gustó que la casa no tuviera cortinas. El edificio, de los años 50, conserva todavía grandes carpinterías dispuestas a lo largo de un chaflán. El amanecer resulta especial. Lentamente se va iluminando la ciudad, los vecinos descorren sus cortinas y poco a poco empiezan a aparecer con una disciplina inquebrantable. Primero asoma la cabeza la señora del tercero, y luego abre el balcón de par en par, (tanto en verano como en las frías mañanas de invierno), esa misma señora que nos encontraremos minutos después camino a la oficina y con la que nos cruzaremos como si fuera una extraña. Y así, uno tras otro van apareciendo en la escena, enmarcada por esa vieja carpintería. Pasa el día, y al anochecer, la ciudad empieza a ocultarse, se va retirando el sol, los vecinos extienden sus cortinas y nosotros nos mantenemos allí, expuestos, sin querer borrar la ciudad de nuestras vidas. Y es entonces cuando nos damos cuenta que la ciudad nos trata de un modo especial. Ya de noche, con todos los edificios apagados y con tan sólo la luz de unas cuantas farolas, allí aparecen nuestras ventanas, desnudas, iluminadas, mostrando una pequeña luz que baña los libros de una estantería. Y un cuadro rojo en la pared que se ve desde el inicio de la calle.
http://losvaciosurbanos.blogspot.com.es/2012/11/casa-i-persona-historia-de-una-casa-sin.html